Aprender a Ser Resiliente: Parte 2
Aprende a Ser Resiliente: Parte 2
En nuestra última publicación del blog, hablamos sobre la resiliencia, lo que es y cómo funciona. Si bien muchas personas tienden a creer que la resiliencia es un rasgo, algo imposible de cuantificar e inherente, la verdad es que la resiliencia psicológica es una habilidad que puedes adquirir, perfeccionar y mantener.
Entonces, ¿cuáles son los pasos para convertirse en una persona resiliente?
Según el Centro de Psicología Positiva de Penn State, existen tres categorías principales de habilidades que, si se fomentan, nos pueden ayudar a desarrollar y mantener una actitud resiliente:
Aprende a mantener un bienestar mental y emocional.
Entiende y cultiva tus fortalezas.
Trabaja para construir relaciones fuertes.
1. Aprende a Mantener un Bienestar Mental y Emocional.
Existen diversas escuelas de pensamiento sobre lo que podemos hacer para mejorar nuestro bienestar emocional y psicológico, pero la mayor parte de lo que enseñan en el Centro de Psicología Positiva procede de la terapia cognitivo-conductual, o TCC. La función principal de la TCC es ayudar a los pacientes a tomar conciencia de los patrones de pensamiento negativos o inexactos. Esta toma de conciencia es el dominó que nos lleva a trabajar para cambiar cualquier comportamiento negativo o perjudicial que pueda ser el resultado de esos patrones de pensamiento.
Si, por ejemplo, tiendes a regañarte a ti mismo cada vez que cometes un error, estás participando en un diálogo negativo contigo mismo. Tener un diálogo negativo con nosotros mismos refleja una estrategia de pensamiento o de afrontamiento que, a su vez, crea un bucle de retroalimentación negativa. Crees que lo que has hecho es una tontería. De hecho, eres tonto. Qué idiota, siempre haciendo estupideces. Nunca serás bueno haciendo ¨x¨. Y así sucesivamente. Estos pensamientos negativos crean un patrón negativo de pensamiento que colorea la forma en que miramos e interactuamos con el mundo entero.
Con el tiempo, esto genera maneras de pensar específicas que pueden causar ansiedad, depresión y pesimismo.
En su lugar, podemos aprender a perfeccionar habilidades que fomenten el pensamiento positivo. La próxima vez que te encuentres en una situación estresante, intenta practicar lo siguiente:
Ante una situación difícil, mantén un diálogo más compasivo y positivo contigo mismo.
En lugar de sentirte abrumado y pesimista, aprenda a ser optimista y céntrate en las cosas que puedes controlar y actúa con determinación.
Practica la respiración. Sí. Sólo respirar. Cuando estamos asustados, atemorizados o alterados, tendemos a empezar a hacer respiraciones cortas y rápidas por la boca que no ayudan a nuestro cerebro a mantenerse totalmente oxigenado. Por el contrario, las respiraciones profundas y controladas por la nariz nos ayudan a mantener la calma, la precisión y la concentración. Tómate tiempo para descansar y relajarte. Si has tenido un día duro, no te quedes sentado dándole vueltas constantemente. En lugar de eso, tómate un tiempo para participar en actividades que te hagan sentir bien. Piensa en todas las cosas o personas por las que estás agradecido, duerme una siesta, ve a un spa, da un paseo o, simplemente, pasa tiempo de calidad con las personas que quieres.
Crea y cultiva una práctica de gratitud.
Aprende qué creencias o experiencias internas alimentan tus respuestas. De ese modo, podrás estar preparado de forma más activa cuando te enfrentes a situaciones que puedan desencadenar fuertes reacciones emocionales.
Así que, la próxima vez que te sientas estresado por una situación, que no cunda el pánico. Piensa en lo que ha desencadenado esos sentimientos, identifica los patrones de pensamiento pesimistas, céntrate en lo que puedes controlar, respira hondo y elabora un plan sólido. Si aún no estás en condiciones de hacer estas cosas, tómate un tiempo para cuidar de ti mismo. Cuando te hayas recuperado, estarás mejor preparado para afrontar las cosas.
2. Entiende y Cultiva Tus Fortalezas
Otro aspecto de fomentar la resiliencia es aprender a identificar, cultivar y aprovechar nuestras fortalezas. Esto significa descubrir no sólo las áreas en las que destacamos, sino también en las que otros sobresalen. De ese modo, estaremos mejor preparados para afrontar determinados retos, y la vida siempre está llena de retos.
Piénsalo así: si estuvieras jugando al fútbol, ¿querrías un equipo que sólo fuera bueno en ataque y que no tuviera ninguna habilidad en defensa? No.
La vida funciona igual.
Cuando sabemos quiénes somos y en qué somos buenos, sabemos qué herramientas tenemos a nuestra disposición para manejar una situación y cuáles no. Cuando somos honestos sobre lo que se nos da bien, podemos descubrir dónde están nuestros puntos ciegos y utilizar como palanca las habilidades de quienes nos rodean que tienen las fortalezas que a nosotros nos faltan. ¿No se te dan bien las llamadas frías? No pasa nada: quizá charlar con desconocidos sea algo que se le da bien a tu compañero de equipo.
O aprovecha estos momentos como una oportunidad para aprender. Que algo no sea una fortaleza ahora no significa que no pueda serlo con el tiempo. Toma clases de escritura, practica oratoria o aprende un nuevo idioma. La cuestión es ser inteligentes sobre lo que podemos y no podemos hacer, lo que queremos aprender a hacer y cómo podemos crear planes de acción que aprovechen esas fortalezas.
3. Trabaja para Construir Relaciones Fuertes
A lo largo de los milenios se ha expresado de muchas maneras, pero la idea se reduce a esto: nadie triunfa solo. No importa qué clase de lobo solitario imaginemos que somos, la realidad es que los humanos somos criaturas sociales y nos necesitamos unos a otros. Cuando se trata de ser resiliente, la clave es asegurarse de contar con una red de apoyo.
No sólo nos proporciona un conjunto de personas a las que recurrir en caso de necesidad, sino que tener relaciones estrechas también enriquece nuestras vidas y nos ayuda a dar un sentido a las cosas. Y crear vidas significativas a pesar de nuestras circunstancias es parte integrante de la resiliencia.
Desde nuestro negocio hasta nuestra vida personal, debemos centrarnos en crear conexiones de alta calidad. Es decir, relaciones que fomenten el compromiso, se basen en la confianza y estén llenas de respeto mutuo. De ese modo, incluso cuando las cosas se pongan difíciles, contaremos con personas que sabemos que estarán a nuestro lado.
Además, tener estrechos vínculos con los demás nos permite experimentar la alegría más allá de nuestros propios éxitos y vidas. Podemos tener un mal día, por ejemplo, pero nuestro amigo ha conseguido un ascenso en su trabajo. ¡Y eso es algo importante!
Las relaciones son un trabajo, pero son un trabajo satisfactorio. Y cuando nuestras relaciones dan profundidad y sentido a nuestras vidas, no estamos poniendo todo nuestro propósito en el trabajo. A su vez, esto nos permite sentirnos realizados más allá de nosotros mismos y de nuestro rol profesional.
Este tipo de habilidades no tienen por qué utilizarse sólo cuando las cosas se ponen difíciles. Son habilidades que podemos cultivar y que enriquecerán nuestra vida todos los días. De hecho, considéralas como un músculo. Cuanto más las ejercitemos, mejor se desarrollarán. De ese modo, cuando las cosas se pongan difíciles, tendremos un conjunto completo de músculos de resiliencia listos para flexionar.
Este es el segundo artículo de una serie de tres partes sobre cómo ser resiliente. Estos impactantes artículos aparecieron originalmente en el blog The ONE Thing; se reproducen aquí con autorización.
Este es un Post traducido de KellerInk, Publicación Oficial de Keller Williams.
Si quieres inscribirte a nuestro Blog PULSA AQUÍ.
Tagged: KW España, Agentes inmobiliarios, Consejos